viernes, 25 de septiembre de 2015

La boda


Me alegró mucho saber que el presidente Rajoy y la cúpula del PP se lo habían pasado tan bien como dicen en la boda de Javier Maroto y su pareja. No me molesta y sí que me alegra mucho. Sinceramente. Me alegra sobre todo porque es una excelente noticia que el matrimonio entre personas del mismo sexo sea visto con normalidad por políticos de toda ideología.

No obstante, también comprendo la indignación de quienes han denunciado la doble moral de quienes se opusieron ferozmente a la ley del matrimonio homosexual y ahora festejan uno de esos matrimonios que “desnaturalizan la institución básica”, según escribieron cuando intentaron parar ese avance en las libertades cívicas. También ese.

Digo “también ese” porque a la derecha española le cabe el honor de ser el grupo político que siempre ha tratado de impedir, una tras otra, todas y cada una de las libertades que a lo largo de décadas se han ido al fin consiguiendo en la calle y en la Ley.

Nunca podrán presumir de ser quienes trajeron la democracia. Bien al contrario, ésta tuvo en las filas de la derecha algunos de sus más acérrimos enemigos. Abominaron de la Constitución, muy especialmente de las autonomías que luego gobernarían. Muchos se negaron públicamente a votarla, por más que ahora la empuñen como si fuese un escudo, sin comprender que fue siempre un acuerdo.

Jamás podrán decir que crearon el sistema Nacional de Salud, lo hicieron otros. Ni tampoco la enseñanza obligatoria y gratuita, ni mucho menos el divorcio (la que liaron con algo que era normal en todo el mundo desarrollado). No metieron a España en la Unión Europea. Ni siquiera pudieron apuntarse el tanto de haber acabado con el terrorismo de ETA, que les hubiera gustado tanto.

Todos los grandes actos que trajeron derechos y modernidad a España los impulsaron sus adversarios socialistas, casi siempre con apoyo de terceros. Pero siempre sin los populares y a menudo contra su opinión, su voto y su acción ruidosa en la calle. Excepto la entrada de nuestro país en el Euro a nuestra derecha no le cabe reivindicar ninguno de los grandes hitos del desarrollo de la España democrática.

Que todos esos intentos permanentes de regresar al pasado les hayan salido mal y que la realidad imparable les haya arrastrado finalmente a ellos mismos, no quita para reconocer su “heroica” insistencia contra las libertades, su militancia activa contra la modernidad y su incansable tendencia a desconfiar de la madurez de la sociedad española. Así ha sido.

La buena noticia es que esa resistencia siempre se ha producido contra la corriente que a ellos mismos les estaba llevando porque, naturalmente, nuestra derecha también es un grupo heterogéneo y complejo, como lo son todos los que abarcan a un gran número de personas.

Teniendo mayoría absoluta han dejado la ley del aborto prácticamente sin tocar, pese a los soponcios morales que les parecía causar cuando estaban en la oposición. Eso sí, han conseguido mantener paralizados los derechos de las personas dependientes pero todo se andará y esa batalla la perderán también. Tienen abuelos y no todos son ricos.

Está visto que la marea de la modernidad les alcanza siempre y algunas veces, como en este caso del matrimonio homosexual, la ola les ha pillado de lleno, mojándoles hasta las canillas el traje de boda. Si se mira bien la cosa no deja de tener cierto tinte cómico.

Con todo, insisto, a mí me sigue pareciendo una buena noticia, tanto la boda como la presencia en ella de altos dirigentes populares, contentos de participar en la fiesta de uno de sus amigos homosexuales. Me parece estupendo ver otra batalla ganada para todos, también para Maroto y su marido.

Creo que batalla real que está dando ahora nuestra derecha es la que mantienen contra los derechos laborales, y esa no tengo yo tan claro que la vayan a perder. Para impedir que la ganen habrá que hacer algo más que regodearse en la divertida contradicción de la boda. Digo…

Publicado en eldiarionorte.es el 25 de setiembre de 2015

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