Para un segmento de españoles, la democracia era un peaje que, lamentablemente, había que pagar para acceder al concierto de los países prósperos y, solo por eso, estaban dispuestos a hacer tamaño sacrificio.
Ese segmento que transigió pero que nunca creyó que España debiera ser una democracia liberal ha levantado la voz para protestar porque se les obligue a aceptar cosas como que haya elecciones en las que la gente pueda votar libremente a cualquiera. El nacionalismo identitario español es para Vox lo normal y los otros nacionalismos identitarios han de ser prohibidos por Ley.
Es una suerte para todos que a Espinosa de los Monteros le impidan hacer su voluntad exactamente las mismas leyes que le impiden a Torra hacer la suya.
En mi artículo de esta semana hablo de cómo reverdece ahora el fascismo que nunca murió. Puedes leerlo entero aquí.
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