jueves, 2 de abril de 2020

Maldito seas hoy por hacer lo que ayer te exigí

Tiempo estimado de lectura: 4 minutos


Las 4 dificultades de la derecha española para posicionarse respecto al coronavirus


Uno de los memes más inteligentes de los cientos que he recibido durante mi encierro es uno que se preguntaba: “Cómo hemos llegado a esta situación en España teniendo 47 millones de especialistas en pandemias”.

En mitad de la innegable y seguramente inevitable improvisación con la que el Gobierno de España está afrontando los primeros y más urgentes problemas del Covid-19, las opiniones no científicas procuran ganar notoriedad compitiendo en rotundidad y en indignación, ya que no pueden hacerlo apoyándose en datos y conocimiento. Tampoco importa tanto, la verdad; ahora la prioridad es estar en el candelero y en las redes y para ello es preciso mantener viva la crítica, apoyándose en lo que sea. Todo vale para alimentar y alimentarse de la natural reacción, mezcla de enfado y miedo, que todos compartimos.

Tanta pasión por presentarse públicamente a grandes voces como expertos tiene, no obstante, cierto peligro. Porque la situación evoluciona con asombrosa rapidez y para mantener la tensión y el protagonismo justiciero es preciso a veces indignarse hoy exactamente por lo mismo que ayer exigíamos. Así vemos con asombro que en los reproches públicos sobre el coronavirus lo que se tildaba de insuficiente y lento pasa a ser excesivo y precipitado en el momento mismo en que se corrige.

Quienes antes del 15 de marzo reprochaban la tardanza del Gobierno en hacerse con el mando único de la sanidad en toda España para evitar así el aparente horror de las 18 sanidades diferentes (17 autonómicas y una militar) critican ahora que no se deje actuar por su cuenta a las comunidades autónomas, alegando, con cierta razón y sin pizca de memoria, que aquellas tenían estructuras más ágiles para la compra de material sanitario, acostumbradas como estaban a hacerlo durante décadas, al contrario que el Gobierno de la Nación, que se estrena ahora.

El pasado 23 de marzo el presidente de Murcia, el popular Fernando López Miras, exigía el cierre total de todas las actividades económicas no esenciales en su comunidad autónoma para frenar la expansión del coronavirus. El Gobierno de Sánchez lo desautorizó, pero su líder nacional, Pablo Casado, lo apoyó lealmente diciendo que se trataba de una petición “sensata”, recalcando que en esta crisis era mejor que se "peque por exceso" porque "es mejor prevenir que tener que curar". Ahora que el Gobierno de Sánchez ha hecho justamente eso tan “sensato”, Casado ha mostrado su indignación y ha manifestado que votará en contra de la convalidación de este Decreto porque paralizar el país tendrá un impacto enorme sobre las empresas. Incluso ha manifestado su sospecha de que se trate de una estrategia bolivariana de nacionalización del tejido productivo.

La verdad es que a la derecha española se la ve estos días particularmente inquieta. Es consciente de que está ante una oportunidad insuperable para cargarse de razones con las que criticar y, en su caso, echar a Sánchez del Gobierno, pero, precisamente por su enormidad, el problema de la pandemia es muy difícil de manejar políticamente. El PP tiene que enfrentarse, entre otros, a estos 4 incómodos obstáculos.

1.- Respecto al discurso, ha de encontrar un difícil equilibrio entre la denuncia mas dura posible contra la que sería ineptitud gubernamental y presentarse como los que sí sabrían qué hacer, pero evitando que tal actitud se perciba como antipatriótica en momentos tan duros. Arriesgar el valor del patriotismo, que nuestra derecha siente como algo tan propio y exclusivo sería impensable.

2.- Otra dificultad tiene que ver con la escasez de oportunidades. Con las Cortes cerradas y los medios atentos a la dichosa curva, la derecha ha de buscar otras ventanas desde las que pueda reprochar visiblemente al Gobierno. De momento hace ruedas de prensa pseudo-gubernamentales y cuenta con la prensa más entregada. Lo malo es que ahí encuentra poco hueco y solo el de los ya muy entregados a la causa, mientras la mayoría estamos preocupados por las cosas de verdad.

3.- Luego está la competencia entre las derechas. Con la particularidad de que Vox gana y ganará siempre al PP la carrera de la ira porque no ha que cargar con el peso de que lo que diga tenga que ser cierto. Le basta con que suene radical, como lo son son las últimas ideas de ceder el poder a los militares o la de que suprimiendo las autonomías sobraría dinero para pagarnos a todos la nómina que no vayamos a cobrar. Una propuesta sin duda invencible.

4.- La cuarta dificultad es la prisa. La idea de que tenemos un Gobierno inútil necesita instalarse firme y rápidamente, no sea que otros países se vean pronto en la misma o parecida situación que España e Italia y que lo que ahora puede pasar por torpeza e improvisación hispanas se empiece a ver como afortunada y prudente anticipación ante lo que se venía.

La crítica al poder es estupenda porque nos salva de cualquier responsabilidad. Siempre es culpable el otro y, como todo el mundo sabe, encontrado el culpable, se acabo la rabia, o el coronavirus, que es más o menos lo mismo a estos efectos. Lo malo de hacer apuestas tan ruidosas es que la gente no es tonta, la sociedad también evoluciona y va integrando nuevos conceptos, entre ellos el del “cuñao”, que es el que antiguamente llamábamos el “enterao”, solo que el de ahora es más engreído, insistente y sin una gota del poquito prestigio que aún atesoraba el viejo mote.

1 comentario:

Rafael dijo...

La situación es tan experpentica que se crean bulos por todas partes y se creen a pies juntillas, todo menos creer lo que diariamente se trasmite a los Medios de Comunicación en las Ruedas de Prensa. ¡Cualquier acusación al gobierno es valida!, como la de ostaculización de la llegada de dos aviones con material sanitario por Diaz Ayuso en la Comunidad de Madrid, aviones que han desaparecido de los radares o nunca existieron, lo mismo que las cifras de muertos en las Residencias Madrileñas desde la retirada del Consejero de Ciudadanos y la asunción de la competencia por la Consejería del PP de Sanidad, recordando que dudo que todas esas personas muertas, asistieran a la manifestación del 8 de marzo, tan cacareada por la extensión del coronavirus