Mientras participaba ayer en un multitudinario paseo ciclista por Bilbao pude ver en la ría varias piraguas y algo más, unos pedalós de esos que suelen utilizarse en las playas. La imagen me produjo una enorme sorpresa. Pedalear por la ría... ¡en Bilbao!.
Para quienes no conozcáis Bilbao os diré que era una ciudad portuaria e industrial, contaminada, gris y sucia y que cuando yo era joven la ría era una auténtica cloaca tóxica en la que nadaban los desechos de todos los habitantes de sus riberas y también los de las industrias. Como para pedadelar.
Ahora todo esto ha cambiado, para bien. La ciudad, y también la ría, están más limpias, el cielo se ve más azul y a las grandes industrias se las llevó por delante la crisis de los años 80 (por cierto con gran estruendo económico y social). Incluso tenemos un museo de titanio junto al agua que atrae turistas calzados con sandalias y calcetines de rombos.
Pero cambiar la mentalidad de los bilbaínos era harina de otro costal. Por eso me gustó lo de las piraguas y los pedalós. No sólo porque muestra que la ría está más limpia sino porque veo que –oh cielos- parece que también estamos empezando a perder esa tontuna provinciana que nos impedía disfrutar de cosas nuevas y diferentes. Esas cosas que no se hacían en Bilbao... porque no.
Para que os hagáis una idea yo he tenido que oír recriminaciones de transeúntes por usar la bici en ciudad que me han espetado eso de “ya eres mayorcito”. Así de abierta y vanguardista ha sido la mentalidad de mis vecinos.
Por eso lo de las piraguas me sorprendió tanto. Y lo de los pedalós aún más porque si las primeras podrían pasar por un deporte, los segundos son puros juguetes lúdicos, propios de playas y veraneos y en absoluto admisibles en una ciudad “de fuste” como es Bilbao donde...“ya somos mayorcitos”.
Pero lo que más me complace es ver cómo van cayendo los tabúes inmutables de la ciudad de provincias que siempre hemos sido. Algo que, como todas las que efectivamente lo son, hemos negado con rabiosa vehemencia. No ha habido, ni hay, insulto mayor para un bilbaíno de pro que negarle a su ciudad (metrópoli nos gusta más) la condición de modelo de modernidad y árbitro de la vanguardia internacional.
Desapareció la contaminación de cielo de Bilbao y mientras empieza a disiparse la de los cerebros ahí están los pedalós, las piraguas, las bicicletas y los turistas. Espero que, como la anterior crisis, éstos se lleven por delante nuestro tradicional paletismo con ínfulas.
1 comentario:
Y la suerte de haber sido testigos de todo ese cambio....... y del que se avecina.
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