En 1852, en su obra “El 18 de Brumario” Karl Marx escribió que los hechos históricos siempre se repiten dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa.
Algo así ha sucedido en Getxo. Resulta que ahora que por fin nos veíamos libres del terrorismo real, han “secuestrado” la imagen del sireno que adornaba el muelle del Puerto Viejo de Algorta. Han pintado en su lugar una gran interrogación y en un video han exigido a los poderes públicos condiciones políticas para la “liberación” de la obra. Los Robin Hoodes costeros exigen también que se repartan retoños de árboles autóctonos entre la población y todo ello lo reclaman mediante una escenografía típicamente terrorista, aunque más cercana al Yihadista que a nuestro terrorismo autóctono.
Vale la pena. Si no lo ha visto busque usted en la Red el vídeo en el que aparecen los protagonistas encapuchados, armados con grandes pistolas de agua y con sabrosas frutas adosadas a su cuerpo a modo de bombas. El comunicado que leen es delirante pero, conociendo el país, no es fácil saber si se trata de una simple broma o, lo que sería mucho peor, que realmente estén pretendiendo en serio modificar el plan urbanístico local, en cuyo caso la policía, que les busca, debería hacerse acompañar de un psiquiatra. La presencia de las vistosas armas de juguete junto a un panaché de evocaciones ecológico-revolucionarias proferidas en el video no ayuda a despejar la duda de si será que les sobra imaginación o que les falta sentido común.
Eso sí, los políticos locales se han reído más bien poco al verse obligados a bandearse como han podido en medio de tanta perplejidad. Los más prudentes lo han denunciado como “vandalismo en contra de la cultura”, otros han manifestado que “no comparten ese tipo de actitudes” –solo faltaría- pero los mejores son los que han tirado de manual y lo han “enmarcado en un contexto”. El resultado ha sido que sus reacciones se han convertido involuntariamente en parte de la misma comedia.
Desde luego que hay que reconocer al fundador de los movimientos socialista y comunista buen tino al menos en sus predicciones respecto a tragedias y farsas. Sin embargo dudo que aquel filósofo de la izquierda imaginase siquiera que siglo y medio después, su aseveración se cumpliese con unos tintes tan grotescos.
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