jueves, 3 de enero de 2008

Decimosexta entrega. Las cadenas nutricias

(Útil para los hombres)

Debo este concepto y su magnífico nombre a mi amigo Fermín que, como otros y otras, me ha sugerido nuevas ideas a medida que iban recibiendo los textos anteriores.

En este mundo occidental en que vivimos, en el que casi cualquier producto alimentario es fácilmente accesible en todo tipo de comercios o grandes superficies subsiste sin embargo entre las mujeres un residuo de otros tiempos más difíciles, en los que no era sencillo conseguir determinados alimentos. Las mujeres con responsabilidades familiares son las principales protagonistas de este concepto, que conecta, a mi juicio, con los más profundos y primarios recovecos del cuidado de la prole y del clan.


Si tu madre ha hecho una cazuela de chipirones en su tinta (por poner) muy probablemente guardará en un “táper” algunas raciones destinadas a una cuñada, vecina, hija, etc. que tú, varón, tendrás que llevarles a su domicilio. A cambio la agraciada te entregará unas morcillas que compró en Burgos, cuando su familia pasó por allí de camino a su lugar de vacaciones, para que se las des a tu madre y a la vecina del segundo que, a su vez, te dará un puchero de bonito con tomate para que lo lleves a casa. Es así.

Como, además, no olvidan ninguno de los recipientes, en la siguiente ronda te verás conminado a regresar no solo con otros alimentos nuevos sino también con pucheros, tarteras, garrafas y demás contenedores, convirtiéndote en una especie de SEUR alimentario interfamiliar.

Visitar un municipio famoso por alguna especialidad gastronómica sin hacer acopio de tal producto en cantidades industriales es para este tipo de mujeres un delito de lesa familia. Es completamente inútil argumentar que tales productos se encuentran disponibles en el supermercado de abajo de casa a precios similares, o incluso menores, porque estas cadenas nutricias (qué nombre más estupendo) cumplen para ellas una función humana muy por encima de la meramente alimentaria. Los retrasos y complicaciones que inevitablemente suponen tales compras en cada viaje se asumen por su parte con plena tranquilidad de espíritu.

Es también normal que entre ellas se hayan comunicado anticipadamente la intención de realizar tales intercambios, por lo que cualquier reticencia por tu parte a cambiar el itinerario previsto o a cargar a última hora el coche con cazuelas, tarteras y otros adminículos será considerada casi una ofensa. Cuando algún segmento de la familia cultiva un huerto el problema se agudiza hasta la locura, encontrándote con que tu maletero se convierte en cada visita en la caja de un camión de hortalizas llenas de tierra, a menudo demasiado aromáticas y muy distintas a las que, asépticamente envasadas, estás acostumbrado a manejar en el super.

No hay defensa. Si las mujeres de tu entorno forman parte de este nutrido grupo (nunca mejor utilizado el adjetivo), date por jodido. Lo mejor que puedes hacer es asumirlo y procurar que no te expliquen, además, los motivos por los que “tienes” que llevarle tal o cual cosa a quien corresponda porque podrías tener que saber al final lo que van a comer de primero y de segundo en cada casa, lo que terminaría volviéndote loco. Tú a cargar.


Piensa, por el contrario, que tales viajes suelen derivar en mejores relaciones con la familia y amigos y que siempre hay un cuñado, un vecino o un familiar varón con el que se te ofrece la oportunidad de probar algún vinito de la zona. Si ven que aprovechas para traer unas botellas ellas sentirán, además, que te han hecho un favor a tí, aunque no por eso dejarán de decir aquello de “no sé para qué traes tanto vino si luego no lo bebemos”.

2 comentarios:

dani dijo...

A estas alturas ya es obligado que acometas el espinoso, delicado y complejísimo tema de:

- "Qué te pasa cariño?"
- NADA!

En fin.

Carlos Gorostiza dijo...

Dani:
Creo que esto ya lo traté en la novena entrega "El silencio es mal conductor de la información". Tienes razón en que es complejo y difícil. No obstante es posible que haga una reflexión acerca de ello.

Carlos