sábado, 10 de marzo de 2012
La camarera inepta
La camarera de la estación de autobuses había desarrollado esa destreza, tan habitual detrás de las barras, de no ver a las personas que se tienen delante. Mientras atendía con desesperante parsimonia a la única clienta que me precedía vi cómo se llenaba la barra de gente; lo normal en la cafetería de una estación, donde los clientes irrumpimos todos de golpe y con poco tiempo. Terminado y cobrado aquel servicio levantó la vista con expresión falsamente aturdida como si descubriera en ese momento mi presencia y la de los demás viajeros. Por supuesto atendió a la primera persona que vieron sus ojos, que justamente acababa de entrar en ese instante. Se hizo evidente que a todos nos esperaba la incómoda tarea de competir por la atención de la adormilada empleada.
Tenía poco tiempo pero no tan poco como para no poder explorar las inmediaciones de la parada. En un minuto encontré un bar con vistas a la catedral, un camarero eficiente, cruasanes de pastelería y sin la frialdad cochambrosa y sucia de las cafeterías de estación.
No nos gusta que las contrariedades de cada momento tuerzan nuestros planes y solemos reaccionar con fastidio, irritación e incluso ira. Sin embargo a menudo esos mismos imprevistos incómodos nos permiten explorar opciones nuevas, tal vez mejores que las que en principio esperábamos. Es solo cuestión de manejar nuestros impulsos de manera positiva y no dejarnos llevar por esas emociones tóxicas que son las que nos impiden explorar y disfrutar de las nuevas oportunidades, que en mi caso fueron un breve pero relajante paseo, un buen café y un cruasán excelente.
Todo gracias a aquella camarera inepta.
Publicado en Danok Bizkaia el 2 de marzo de 2012
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2 comentarios:
También podría haberlo titulado "Oportunidades inesperadas" o "Un hada madrina camuflada".
Aunque no lo pretendiera, le ha quedado sexista.
Desde luego que no lo pretendía pero es que ocurrió de verdad, y era una mujer. Si hubiese sido un hombre lo hubiera titulado "el camarero inepto.
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