lunes, 29 de julio de 2013

Callejeando en Oropesa



Regresando ayer de Extremadura a Madrid hicimos una breve parada en Oropesa, cautivados por su espléndido castillo, que se asoma tentador a la N5 y que es un Parador Nacional. Estuvimos muy poco tiempo en el municipio, el justo para estirar un poco las piernas a lo largo de sus calles. Y precisamente en ellas vi estas placas en las que consta el nombre actual de la calle junto con todos los que tuvo y los años en que se le asignaron. Son marcas de un pueblo con mucha historia, que posiblemente por tener tanta, la valora y no la niega.

Alguien ha sabido que la vida da vueltas, a veces para bien y otras no. Que lo de hoy, puede ser distinto mañana. Tal vez lo haya aprendido mirando la autopista actual desde los mismos muros que en otro tiempo vieron llegar por esos campos a tropas portadoras de odio y muerte o en algún momento al mismo virrey del Perú, natural del lugar.

Para un vasco, como yo, acostumbrado a ver cómo en mi tierra a cada momento la historia se pretende negar, tergiversar y retorcer para hacerla encajar como sea con los deseos y argumentos del poder, ver estas placas en las esquinas de las calles primero me sorprendió y después me pareció un acto de sabiduría y respeto de un pueblo por sí mismo. Precisamente lo que a veces no encuentro en el mío.

1 comentario:

txomin dijo...


Me parece un acto de sabiduría recordar los momentos históricos en los que las calles han ido cambiando de denominación .
En Euskadi es posible que no se quiera recordar tiempos pasados próximos que ante el cambio de denominaciones , al menos nos llevarían a investigar quiénes eran los anteriores nombres y por qué se impusieron esos nombres a la calle y así estudiar o repasar la historia.