viernes, 25 de mayo de 2012

Cuánto fútbol



Foto "Mira lo que veo"
Es agradable que la ciudad esté alegre, que la gente hable con ilusión del partido de hoy, que cuelguen enseñas, banderolas y gallardetes en domicilios y establecimientos. Ver a la gente en la calle luciendo camisetas de camino a sus actividades cotidianas.

Esta misma columna se publicará, sin duda, rodeada de alusiones informativas y publicitarias al partido. Porque se empieza hablando del partido para pasar a hablar del partido y después hablar del partido. Los medios llevan semanas hablando del partido, luciendo portadas rojiblancas, interiores rojiblancos, fotos rojiblancas, columnas rojiblancas y los políticos locales, al parecer todas y todos forofos de siempre, se fotografían rojiblancos en alegre hermandad; un día los del Ayuntamiento y otro los de las Juntas Generales (que siempre hay clases).

En fin que toda la ciudad es una pequeña fiesta de esperanza. Aunque no por cierto de Esperanza Aguirre, que ha alimentado la hoguera de los nervios y los agravios con declaraciones estratégicamente dirigidas al público a quien quería dirigirlas, que no es a nadie de Bilbao y aledaños, no se engañen.

Hasta las instituciones más granadas y solemnes de la ciudad lucen en sus fachadas neoclásicas pendones y banderas. Choca ver paseantes ataviados con gafas rayadas en los colores de la camiseta (a 1,40 euros en Indautxu).

Te dan pañuelos de regalo en los bares habituales. Los vendedores barato barato, ya no muestran relojes o bolsos sino prendas, pulseras y otros elementos rojiblancos y supongo que las caretas de león estarán agotadas en las tiendas de disfraces de aquí hasta Bucarest. Es una cosa tan agradable que la pasión colectiva moviliza a los más tibios, arrastrándonos a todos esa marea de ilusión colectiva.

Es tanto el entusiasmo que incluso resulta un poquito sofocante ¡qué quieren que les diga! El equilibrio siempre es un concepto difícil para el corazón humano. Pasa en esto del fútbol como en todo lo demás; la frontera entre la alegría y la desmesura, entre la pasión y el paroxismo no es una línea demasiado nítida así que no sabría decirles a estas alturas dónde estamos ya.

Si, como yo, no es usted futbolero lo mejor es contagiarse voluntariamente de la alegría y esperar que tanto júbilo culmine adecuadamente en la travesía orgásmica de la gabarra para que poco a poco la ciudad recupere esa formalidad de la que solemos presumir los bilbaínos. Y que nos quede el poso de unos días felices, que no tenemos tantos. Que así sea.

Publicado en Danok Bizkaia el 25 de mayo de 2012

1 comentario:

txihiro dijo...

AMEN!!!